Me llamo Isure Glutiam y soy un
habitante de la ciudad del viento,
construida a muchos metros sobre
las nubes.
Donde vuestra vista no alcanza existe esta “tierra”
(si se le puede llamar así)
en la que los edificios se levantan
sobre terrenos de gas,
los animales corren libres y no faltan
recursos, pero solo tenemos una ley,
no cruzar la frontera.
Yo siempre he destacado entre mi gente
por no perder una sonrisa
y para que negar lo evidente, por ansiar la
libertad infinita,
así que en contra de dicha ley y de las
advertencias decidí desplegar
las velas de mi pequeña barca y
surcar los vientos del sur.
Nadie quiso acompañarme en mi viaje por
miedo,
cosa que entendí y no me importó.
A las semanas de viaje comprendí el
por qué de esa ley...
los cielos se tornaron grises y las fuertes
corrientes de viento
me arrastraron hacia la cascada que marcaba los
límites de nuestra
tierra, haciendo mi barca trizas y dejándome
aferrada a una simple
tabla la cual desapareció cuando caí al
vacío; fue en ese momento
cuando sentí un gran dolor en la espalda
y de mis hombros brotaron unas
enormes alas blancas, las cuales me
fueron inútiles cuando al momento
me prendieron por los brazos dos
habitantes de mi ciudad (dos guardianes
que ante mi sorpresa también
estaban dotados de dichas alas).
En ese momento comprendí que no venían
a ayudarme...
Por orden del Altísimo me volvieron a
llevar a la frontera,
me cortaron las alas y me lanzaron al vacío de
nuevo condenándome
para siempre...
Así es como yo, Isure Glutiam,
descubrí vuestro mundo y éste
el precio que pagué por ello...
sobrevolar vuestros cielos siendo
parte de las golondrinas, sabiendo
que eso en lo que ustedes creen y
a lo que llaman “paraíso” no
existe, sabiendo que es solo una cárcel
de la que no os podré
proteger y yo uno de tantos ángeles caídos
condenada por ansiar la
libertad.
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